Aquel Sonisphere de 2009 me dejó un buen sabor de boca. Aunque admitamoslo, si los protagonistas eran Metallica las posibilidades de que yo estuviera entre el público eran inmensas. A finales de 2017 la banda lanzó “Hardwired… To Self-Destruct”, un doble disco con el que pretendieron volver a un sonido más clásico, pero que pecaba como en muchas otras ocasiones de un exceso de canciones y duración además de una de las portadas más horrendas de su discografía. Pero eran Metallica, y en directo son una apisonadora y seguro que el montaje sería espectacular y que sonarían muchos de los temas clásicos.
Las circunstancias de la vida hicieron que este concierto de Metallica lo viviera con Rubén, otro gran seguidor de la banda. Aquel tour de presentación en salas grandes recuperaba cierta proximidad que con los festivales y los estadios se había perdido. Además el escenario situado en el centro del Sant Jordi me traía buenos recuerdos de mi primer concierto en esa misma plaza. En aquella ocasión era un doble escenario que recordaba a una guitarra. Esta vez era un un gran escenario cuadrangular que permitía la visión desde cualquier rincón del Palau. Lo que no se sabía por plano era el complejo sistema de pantallas que había sobre el mismo, rompiendo con la clásica pantalla gigante.
Los teloneros escogidos para la velada eran los noruegos Kvelertak, una banda con todo un imaginario visual y musical bastante interesante. Pero la previa del concierto y mi necesidad de comprar el tourbook de la gira, con el tiempo de cola que eso implica hizo que solo pudiéramos escuchar los temas de casi toda su actuación. Una vez ubicados en nuestros asientos y de tener una cerveza en la mano para disfrutar del concierto nos dió tiempo de los tres últimos temas de su repertorio. “Blodtørst”, “Månelyst” y “Kvelertak” fueron la muestra que me dejó con ganas de verlos en una sala más pequeña. Pero estábamos a punto de ver un nuevo concierto de una de las bandas pilares de nuestras vidas y poco mas que eso tenía importancia en aquel momento.
En el momento en que en las pantallas se mostraba el cementerio de Sad Hill y sonaba “The Ecstasy Of Gold” del maestro Morricone, un seguidor de Metallica ya sabe lo que significa: Que la descarga está a punto de empezar. Nuestra ubicación nos permitía ver el pasillo por el que los cuatro jinetes llegaron al escenario desde la zona de camerinos. Los vimos muy entusiastas saludando a su paso a quien les tendía la mano. La machacona intro de “Hardwired… To Self Destruct” dejaba claro que ese sería el tema de inicio. Ya nos dejó ver que Papa Het estaba pletórico de voz y que en él está la mitad del alma de la banda. La otra gran parte la lleva Lars Ulrich, con un set central que iría girando para que todos pudieran verlo bien. Mientras tanto Hammett y Trujillo no paraban de moverse de un lado al otro de los vértices del escenario. Los cubos que flotaban sobre sus cabezas iban adquiriendo diferentes formaciones según el tema y siempre había algún estímulo visual en ellos. Sin dar descanso ni tregua se lanzaron con otro tema nuevo, “Atlas, Rise”, de lo mejor que hay en el disco, y que dejó ver que el público que llenaba el Sant Jordi estaba tan entregado como la banda.
Ese fue el primer momento en que Hetfield se dirigió al respetable incluso en castellano. Anunció a la familia Metallica que habían venido a mostrar el material nuevo, pero que no faltarían muestras de su old school. Y tal y como lo anunció el riff de “Seek and Destroy” hizo enloquecer al público. La banda en forma y los Ouyeah de Papa Het hacían que el público disfrutara de lo lindo. Pudimos ver a los cuatro arropando a Lars, a Trujillo girando con su bajo y a Hammett exprimir su pedal de wha hasta el límite. Mientras en los cubos imágenes de los primeros años acompañaban el tema.
La sensación que daba desde nuestro sitio es que la banda estaba disfrutando de la vuelta a los escenarios. Una intro con suspense nos trajo “Through The Never”, uno de mis temas favoritos del “Black Album”. Una previa de lujo para otra de sus canciones más clásicas, ese canto a la locura que es “Welcome Home (Sanitarium)”. La coreografía de los cubos era realmente hipnótica y le daba a la banda un punto muy interesante y espectacular al conjunto. Tras los clásicos, llegaba el momento de volver al material nuevo. “Now That We’re Dead” no deja de ser un tema correcto para el que incorporaron una sección de percusión. Del suelo se elevaron unos cubos para que Hetfield, Ulrich, Hammett y Trujillo se divirtieran en su particular fiesta percusiva, en la que curiosamente James era quien llevaba el ritmo principal. “Confusion” fue otro de los temas del último trabajo que sonaron. Quizás esos dos temas fueron, si hubiera que escoger, la parte más floja del concierto. La parte positiva… que todo volvería a subir!
Con Trujillo teniendo el protagonismo sólo hay un tema clásico de la banda que puede sonar, y es que la mítica intro de bajo que dejó grabada Cliff Burton nos anunciaba que “For Whom The Bell Tolls” era la siguiente. Otro tema nuevo como “Halo On Fire” (de los nuevos uno de los más coreados) dió con uno de los momentos para mí mas curiosos de toda la carrera de Metallica. Para dar descanso a Hetfield y Ulrich, Trujillo y Hammett fueron escogiendo temas de la zona donde estuvieran. Ellos dos a bajo, guitarra y voz hacían alguna versión inesperada. Se les escuchó tocar por Europe, Scorpions… según el país. Aquí en Barcelona podría ser un tema de Sangrait, de hecho fueron sus teloneros en la gira del ‘92. En Madrid los escogidos fueron “Vamos muy bien” de Obús y “Los Rockeros van al Infierno” de Baron Rojo, así que la opción de Sangtrait parecía la más lógica. Pero mira tú por donde que el día antes habían estado de clases de flamenco y se decantaron por “El Muerto vivo” de Peret. Una rumba catalana en un concierto heavy… que por supuesto fue coreada por todo el mundo. Para mí todo un acierto y unos cojones muy grandes por su parte. Lastima que en su paso por el Estadi Olímpic del año posterior no arriesgaran con otro tema y volvieran a homenajear a Peret.
Tras el momento loco, Trujillo se quedó en el escenario solo para recuperar “(Anesthesia) Pulling Teeth”. Otra versión que sonó aquella noche fue “Breadfan” de su mítico “5.98$ Garage EP”, y que fue el tema escogido por la banda para colgar de modo profesional de aquella noche. De la época más controvertida de la banda recuperaron “The Memory Remains” que con el tiempo se ha convertido en un tema casi necesario con el que el público se deja la garganta reproduciendo los coros que Marianne Faithful aportaba en el original. Uno de los mejores temas de ese último disco era “Moth Into The Flame” que nos dejó otro de los momentos altos de la noche. Además de las múltiples coreografías de los cubos se añadía ahora un enjambre de drones que aparecieron desde el suelo danzando y sobrevolando a la banda.
El tiempo se pasaba volando con tanto estímulo, pero cuando James Hetfield preguntó al personal si lo que querian era realmente Heavy, todos sabiamos que el album negro tendria otro gran momento de la mano de “Sad But True”. Siguieron con el final de concierto más épico que se puede tener con dos temas como “One” y “Master Of Puppets”. Dos clásicos que no pueden faltar en el repertorio de la banda. Esta vez no hubo explosiones ni fuego en “One”, pero sonó igual de contundente que siempre. Y tras dirigirnos como marionetas, los cuatro jinetes se despidieron de nosotros sabiendo que aún quedaba algo de gasolina en el depósito y que había que vaciarse del todo.
Con el Sant Jordi apagado y la intro de “Spit Out The Bone”, las llamaradas dieron con el inicio de los bises. Aunque hubiera preferido alguno de los temas clásicos de la banda para empezarlos, reconozco que este es uno de los más interesantes del disco, así que tampoco le voy a poner muchas más pegas. Mientras tanto en los cubos se mezclaba el logo de Metallica con las banderas española, catalana y la de Barcelona. Una manera muy elegante de esquivar polémicas territoriales. Tras agradecer a la familia nuestra asistencia el gran final del concierto. Aunque para mi gusto y esto es muy personal, el de esta gira fue uno de los finales menos contundentes que una banda como Metallica puede ofrecer. “Nothing Else Matters” es un clásico que no puede quedarse fuera, lo entiendo. Pero como penúltima canción? Cuando lo que debes de hacer es terminar de reventar a los que han venido a verte… Es un tema para empezar el tramo final antes de los bises. Si me apuras como último tema antes del descanso. Y con “Enter Sandman”, aunque no está mal terminar con ella aún se me antoja floja para terminar. Un simple cambio de orden con “One” y “Master of Puppets” le daría al show mucho más sentido. Pero esto es solo una opinión personal.
Y llegado el momento de las despedidas, se dedicaron varios minutos a lanzar púas a las primeras filas que rodeaban el escenario a dar una y otra vez las gracias, y cada uno de los músicos pasando por el micrófono para dirigirse a la audiencia. Y nosotros felices con el concierto visto… lo que no sabía en ese momento es que el año siguiente tendría otra cita con ellos… pero eso ya forma parte de otra entrada.
Tour Book: